Condúcete con armonía, practica la virtud como la mayor fortuna pública y privada.
Convéncete, la razón y la justicia, es el único sendero por donde pueden caminar los hombres libres. No atiendas otra voz que no sea la que sale de tu interior, aquella que te concilia con la tierra y los hombres, cualquiera que sea su condición.
Examina tu acción diaria, teniendo como meta la recta virtud, el amor y la verdad.