I
Maza, que un día fuerza proyectasteis
sobre cincel modelante,
quiero no dejarte,
pues conmigo anduvisteis
de una y otra parte.
Ambos fuisteis diestra y siniestra,
como única pieza de la misma fiesta.
Nunca os separasteis,
siempre fuisteis eficaces operantes,
hoy las manos os llaman
pasar por el corazón y la razón,
para con vuestra ayuda
alcanzar la perfección.
II
Regla, que un día líneas trazasteis,
por la rectitud anduvisteis
y nunca te ladeasteis.
Siempre con amor
de la salida a la puesta de sol
y más allá, rectitud concitasteis.
nunca fuisteis distante, sí operante,
por ello hoy te convoco a ser especulante.
Tu graduación, nunca la pulsasteis,
más hoy, como el día 24 son tus medidas,
por estas, tienes doble función,
delinear y medir las pulsaciones del corazón
y ella, la razón, es tu obligación.
III
Plomada, mi bella amada,
cosa hermosa y deseada,
tu vertical siempre fielmente cantada.
De larga trazada, fachada alineada
pasando por ventana y puerta ajustada,
por su fijeza tu justicia cantaban
IV
Nivel, de horizontalidad ganada
con belleza cantada de solados,
que aún hoy son loados,
por sus entrelazados cuadrados,
que entonces,
sólo nosotros dos los veíamos encadenados.
bellos rectángulos y zigzagueantes cuadrados
desde los cimientos a los tejados,
juntos pasamos de lo profano a lo sagrado.
V
Escuadra, bello angular de 90 grados, no más.
Pasamos de los cimientos al tejar,
lo tuyo era alinear, trazar el recto lagar.
Siempre fuisteis belleza sin igual,
lo tuyo fue mandar,
cantar el recto fabricar.
De la cabeza a los pies,
siempre buscasteis el bien.
Hoy, en este sacro lugar,
Te concito al mismo hacer.
VI
Llana, mi amada y mimada almohada,
Del cemento al yeso, de la cal a la arcilla,
siempre pasamos haciendo cuadrilla.
Juntos kilómetros anduvimos.
Desde el testero a la fachada,
desde el suelo al techo,
de la pared, al rincón,
de este al ángulo con el mejor candor.
Siempre alisando, siempre perfeccionado,
sin ondulaciones dejar,
cualquiera que fuese el material.
Bello hacer, para al final aceitada
descansar y tus huesos no oxidar,
como los míos hoy están.
¿Recuerdas quien su aceite de cocina te dio?,
hoy ya no lo hará. Ella en mi ausencia te cuidó,
por ello, ahora te pido, en silencio,
guardes su memoria y la gloria que siempre,
ante mi falta te otorgó.
VII
Herramientas amadas de mi corazón ensangrentado,
hoy callado, aquí os deja hermanado,
para que de la acción paséis a la especulación
del corazón a la razón.
Vosotras que fuisteis de lo sagrado a lo profano,
de lo más alto a lo más bajo,
que con el mismo entusiasmo
operasteis en casa del pobre y del rico,
que igual estuvisteis al cubierto que al raso,
que gozasteis del sol y la sombra,
del frío y del calor.
No dejéis de accionar en vuestro recto proceder.
Y, con los hermanos, hoy andar en este sacro lugar:
de Oriente a Occidente,
del Mediodía a Septentrión,
del Nadir al Cenit,
a fin de, por este mundo, razonando, pasar y,
juntos cantar los glorias del gran hacedor.
Jcb