Ante la falta de “cahier”
a la memoria hemos de recurrir,
no para socorrer, si para fijar
lo que parece que fue ayer, y ya
han pasado años treinta y tres.
Tiempo más que suficiente
para valorar el estar y ser.
Por ello loores a la humana
fraternidad que es.
Buscando el camino de la piedra monumental
horadada por el tiempo y el glacial.
Junto a Ana, encontré a la moza y el zagal.
Fue un lujo de encuentro casual,
entre piedra de curva natural,
bañada por agua del río cuervo
en su origen natural.
Allí nació, lo que el tiempo
y la voluntad humana consagró,
lo que hoy perenne esta,
pese al tiempo y el vendaval.
Loores al saber ser y estar,
en respeto y libertad,
humana fraternidad.
Aquel día de perenne recuerdo e ideal,
de madrugada cierra su ventanal,
no sin antes cantar la glorias del comunicar.
Dando cuenta de las viandas
que la tierra da, la comunicación
se hace pasión del saber ser y estar,
humano lenguaje universal.
Jcb