Ya le has visto la cara de la muerte,
su acción ha sido rigurosa y experta,
un instante sin opción, no despierta,
ha llegado el final, nada revierte.
Olvida los rezos para atenerte
al recuerdo, evocándole se inserta
en la historia, donde se hace más cierta,
su memoria y una existencia oferente.
Los rezos son zarandajas, atiende
a lo que fue y dejó, fue “buena gente”,
ejemplo de humanidad diligente.
Laboriosidad ejemplar que extiende
hacendosidad perfecta y creciente,
de evocador silencio y metro en linde.
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