A Ana Escribano
In Memoriam
Admitiendo tu existencia histórica,
probado que fuistes un tipo raro,
alguien que no entraba por el cántaro
del canon dado con vida anémica.
Entre columnas tu voz más critica
alzaste para tachar al pícaro,
ahí dictaron fallo los del aro
cuyo capisayo era falsa árnica.
Como trabajador manual, el tablón
supiste labrar y línea trazar,
cuya rectitud no supieron leer.
Los doctos del tiempo y lugar su filón,
como hoy, no podían perder, y, calzar
las armas era su mejor menester.
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