domingo, 10 de noviembre de 2019

0044





En mi eterna madrugada,
la luz fue perenne para
alumbrar tu regreso,
pero la espera fue vana, una vez más,
quedé huérfano de tu llegada;
el vacío fue constante, mi espera quebró,
el desaliento se torno tristeza;
mas como la luz del sol amanece cada mañana,
así, la semilla que muere
la tierra que le acoge genera nuevo fruto;
por tal mis gemidos y lágrimas,
sembrarán nuevas razones
de causas eternas y ausentes,
las que engendrarán vivas razones
para vivir con afectos;
ellas sabrán ser y estar con la reflexión
que obliga y ponderada toda justa razón
de ser y estar con la verdad unicelular.

© Jcb