Mi
interior protege los más sublimes
secretos
de mi yo, son contrafuertes
garantes
de las basas, acicates
donde
se vierten mis yos más sublimes.
Los
silencios precisan unánimes
ausencias
de trajín, firmes baluartes
donde
se aúnen la reflexión, cual fuertes
dosis
de abstracción con nuestros dirimes.
Atravesar
las justas palabras del
silencio,
es versar los rincones del
yo,
poner al descubierto la razón.
Engarzar
mi interior es aquel batel
que
produce acogimiento al yo, oropel
de
lucha y desgarro en la maduración.
©
Jcb