Fortificando las emociones, mi
yo
gana aval por la obligación,
que
la razón cobra con su reflexión,
siendo
verdad la llama que asumí.
No
hay razón sin robusto tatami,
donde
fortalecer el amor en acción,
allí
donde las huellas son anexión,
por
aleación del bello carmesí.
Con
la salvaguardia del yo, dirimí
los
contrafuertes del muro contención,
aquel
que fortifica todo interior.
La
hemorragias del yo, son negocio
del
edificio de cada cual, jamás
dar
a la intemperie el lacre del yo.
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