Olmo
Olmo, sombra de la noche,
cobijo de hombres y mujeres todo el día,
encuentro de la chiquillería.
Tronco que abre y acoge con sus brazos,
sin distinción de color o edad
a toda la humanidad.
Que aún resquebrajada,
su gruesa corteza forma una unidad.
Árbol que mira de Oriente a Occidente,
del Mediodía a Septentrión,
que extendiéndose de Nadir a Cenit,
ocupa el espacio a lo largo del tiempo,
crece y acoge, sin distinción
a los que bajo su sombra se cobijan.
Aceptada ágora senatorial,
donde la cordura que da la edad,
la convierte en plaza pública ,
sin buscar la razón del más allá,
donde la chiquillería juega al pillar,
donde los jóvenes, caída la noche,
entre susurros y escarceos amorosos
se disponen a soñar.
Confesor de generación tras generación,
muñidor de cuitas del corazón,
que sólo al viento te confiesas en afán liberador.
Para en su largo caminar,
en cofre de siete llaves enterrar tus penas
en las montañas del más allá.
Jcb
cobijo de hombres y mujeres todo el día,
encuentro de la chiquillería.
Tronco que abre y acoge con sus brazos,
sin distinción de color o edad
a toda la humanidad.
Que aún resquebrajada,
su gruesa corteza forma una unidad.
Árbol que mira de Oriente a Occidente,
del Mediodía a Septentrión,
que extendiéndose de Nadir a Cenit,
ocupa el espacio a lo largo del tiempo,
crece y acoge, sin distinción
a los que bajo su sombra se cobijan.
Aceptada ágora senatorial,
donde la cordura que da la edad,
la convierte en plaza pública ,
sin buscar la razón del más allá,
donde la chiquillería juega al pillar,
donde los jóvenes, caída la noche,
entre susurros y escarceos amorosos
se disponen a soñar.
Confesor de generación tras generación,
muñidor de cuitas del corazón,
que sólo al viento te confiesas en afán liberador.
Para en su largo caminar,
en cofre de siete llaves enterrar tus penas
en las montañas del más allá.
Jcb