Lo inútil goza de tal ligereza
que hace de su levedad la más fútil
y superficial condición de lo útil,
cuya interinidad es su altiveza.
Es la ingravidez toda su entereza,
libera el recato y hace acopio inútil
de la gloria que le concede lo útil,
precio que debe pagar con firmeza.
Lo inútil, aún siendo vaporoso
no puede ni debe gozar de vida
alguna, es una gran carga política.
Hemos de hacinar todo lo que es útil,
en lo personal y lo comunal,
lo inútil no conoce almena alguna.
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