Dedicados a José María Gozalvo
I
Sus habituales abarcas hacían
llegar con certeza a tos los majuelos,
con la salía del sol daba puestos
los alcorques del lejío, bruñirían
tal que por sendero cabalgarían
bestias del gañan bajo los abetos
camino del abrevadero, abrigos
y sustento al mozuelo birlarían.
Preñadas eran las hembras del hato,
que por acarrear de trecho eran ardas,
para apercollar, tal que era amurriar con
astil hasta atollar como de acato,
así los atijuares por abieldas
obligan al zagal puro carlancón
II
Por abanto acabose la paciencia
de la madre, quien tomando badila
sentó en el lomo del zagal pila
de matojo, quien salió como acucia.
Tal como un basilisco, con crecencia
que al torcer la esquina con la resquila
se topó, tal maraña tormentila,
cual no tomó montante por decencia.
Marcescente por maravedí trucó,
quien por cojitranco con gran marcuero
dio, que por cirate rodó, con chospar
tal que corrusco no encontró, que cuco
por mindundis y melindre bausero,
logró que por cortijero para ampar.